Territorio español

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miércoles, 9 de septiembre de 2015

EL NACIMIENTO DE CATALUÑA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Siglo VIII

Entre lo conseguido por las herencias recibidas de anteriores civilizaciones y lo conseguido en las sangrientas batallas ganadas por el mercenario de linaje condal Wifredo el Velloso este consiguió reunir bajo su mando los Condados de Osona, Urgell, Girona, Barcelona y la comarca del Berguedà, originando lo que sería el futuro núcleo central de Cataluña y el origen de una dinastía que pasaría de padres a hijos hasta el año 1410.

Los primeros conflictos comenzaron a surgir cuando el conde de Barcelona, Borrell II, se negó a rendir vasallaje al rey franco, nombrándose duque ibérico y marqués por la gracia de Dios. 

Por lo que respecta a las relaciones con la Santa Sede, la intención de Borrell II era crear un nuevo arzobispado en Vic que agrupara los obispados de la Marca Hispánica mientras Tarragona estuviera en manos musulmanas. 

Si el conde de Barcelona conseguía su propósito, sometería a su control las autoridades eclesiásticas de la Marca y, a su vez, rompería los lazos con el arzobispado de Narbona, bajo influencia francesa. 

Parece ser que el papa Juan XIII acogió favorablemente las propuestas que le expusieron el obispo de Vic Atón, el monje Gerberto de Aurillac y el propio Borrell II en su viaje a Roma, pero el asesinato del obispo Atón un año después frustró una tentativa que mostraba la clara voluntad de afirmación política y religiosa del conde barcelonés.

A partir de 988 compartió el gobierno con sus hijos Ramón Borrell el primogenito, quien recibió el grupo de condados de Barcelona, Gerona y Osona, y Ermengol el hijo menor, a quien legó el condado de Urgel.
Ambos comenzaron a gobernar en solitario en 992, año en que se supone que falleció Borrell II.
Era la independencia de facto de la dinastía condal de Barcelona, no reconocida jurídicamente hasta la firma del Tratado de Corbeil siglos después, ya en 1258.

FEUDALISMO Y BURGUESÍA

La composición social en la futura Cataluña iba a estar dividida en:la nobleza laica y eclesiástica que representaba el 5% de la población, otro 5% son habitantes con diversos oficios, mientras que el 90% eran campesinos.

Durante los siglos XI y XII, los soberanos de Cataluña, los condes de Barcelona iniciaron una ambiciosa política de dominio feudal sobre un amplio territorio del Mediodía de la Francia actual.

La compra efectuada en 1067 de los condados de Carcasona y de Rasés y la adquisición de diversos derechos sobre Narbona, Tolosa y Béziers por parte del conde Ramon Berenguer I, fueron el primer paso.

Ramon Berenguer III, un siglo después, en 1112, gracias a su matrimonio con Dulce de Provenza, adquirió los derechos de Gavaldà, Millau, Carladès y Provenza.


Por delegación del conde, un noble recibía el poder administrativo, militar y de justicia en el término(territorio)del castillo y para compensar estas funciones obtenía también una parte de la tierra pública del término, llamada feudo.

Este sistema de repoblación dio lugar a la aparición de una estructura social y de unes relaciones económicas entre los diversos grupos.

Otro momento decisivo de la independencia catalana respecto al imperio carolingio se produjo en el 988, cuando el conde de Barcelona, Borrell II, se negó a rendir vasallaje al rey franco, nombrándose duque ibérico y marqués por la gracia de Dios.

Este acto de rebeldía fue en parte en respuesta a la falta de auxilio de la monarquía franca durante el saqueo de la ciudad de Barcelona el año 985 por las tropas comandadas por el caudillo árabe Almanzor.

Con el incumplimiento de vasallaje de Borrell II, desaparecían los vínculos, cada vez más teóricos que prácticos, que habían unido los condados de la Marca Hispánica con el reino franco.

En un principio y hasta mediados del siglo X, el sistema de repoblación practicado por los francos consistente en entregar tierras a los colonos que iban a habitar las tierras de frontera, generó la existencia de una campesinado libre.

Esta condición de libertad no fue en absoluto duradera, ya que al final de este periodo la falta de tierras libres de cultivo provocó que la sociedad se feudalizara de manera progresiva.

Ya a partir del siglo XI, un amplio sector de población por razones eclesiásticas -cesión de parte de la propiedad a la Iglesia para la salvación de su alma– o por razones jurídicas –confiscaciones de tierras por las deudas– provocó que gran parte del campesinado se sometiera a unos pocos señores, a los que tenían que servir y jurar fidelidad.

Parte de este sector de pobladores quedó ligado a la tierra, sin derecho a abandonarla.

Fueron los llamados siervos de la gleba, los cuales, para poder librarse de la tierra, se veían obligados a pagar grandes cantidades de dinero.



MERCENARIOS

La Compañía Catalana de Oriente, también denominada Magna Societas Catalanorum, Societas Catallanorum y Gran Compañía Almogávar o de Almogávares, fue una compañía de mercenarios creada por Roger de Flor a comienzos del Siglo XIV y contratada por el emperador bizantino Andrónico II Paleólogo para combatir el creciente poder del Imperio otomano en Anatolia.

Estuvo formada en parte por almogávares, aragoneses y catalanes veteranos de la Guerra de Sicilia, los cuales habían quedado desocupados tras la firma en 1302 de la Paz de Caltabellotta entre la Corona de Aragón y la dinastía francesa de los Anjou.

Tras dos años de campañas victoriosas contra los turcos, la indisciplina y el carácter de ejército extranjero en el corazón del Imperio fueron vistos como un peligro creciente, y el 30 de abril de 1305 el hijo del emperador (Miguel IX Paleólogo) ordenó a unos mercenarios alanos el asesinato de Roger de Flor y el exterminio de la Compañía en Adrianópolis mientras asistían a un banquete ofrecido por el propio Emperador, pereciendo así unos 100 caballeros y 1000 infantes.


Posteriormente el Emperador atacaría Galípoli, que se encontraba defendida por los restos de la Compañía bajo el mando de Berenguer de Entenza, el cual había llegado poco antes con 9 galeras catalanas. 

El ataque resultó infructuoso pero diezmó a la Compañía. 
Berenguer fue capturado por los genoveses y más tarde liberado.

Después de estos eventos la Compañía contaba sólo con 206 jinetes, 1256 infantes y no tenía un líder claro, pero aun así consiguió derrotar a las fuerzas del Emperador en una nueva batalla en Apros (1305).

Posteriormente la Compañía sufriría un periodo de confrontaciones internas provocado por las disputas e intereses de las potencias extranjeras, deseosas de controlarla.

Así, Federico III de Sicilia asignó al infante Fernando de Mallorca a Galípoli como capitán de la misma, pero esta decisión fue contestada por uno de los líderes de la Compañía, Bernardo de Rocafort, mientras que otros (Berenguer de Entenza y Fernán Jiménez de Arenós aceptaron el nombramiento del infante.

La lucha concluyó con la marcha de Fernán y del infante, quedando Bernardo de Rocafort como jefe de la Compañía. 

El administrador Ramón Muntaner también abandonaría la Compañía, escribiendo más tarde una crónica sobre la misma.

Tras este periodo de luchas internas, Bernardo de Rocafort ofreció los servicios de la Compañía a Carlos de Valois para fortalecer sus aspiraciones sobre el Imperio Bizantino.

En 1309, Thibault de Chepoy, representante de Carlos de Valois, ordena el arresto de Bernardo de Rocafort y lo envía a Nápoles, donde moriría de hambre el mismo año.

En 1310 el nuevo líder de la Compañía Roger Desllor ofreció sus servicios a Walter V de Brienne, Duque de Atenas, limpiando en menos de un año el ducado de todos sus enemigos.


Sin embargo, el Duque no se avino a pagar la cantidad acordada por sus servicios, desatando las iras de la Compañía, que decidió declarar la guerra al Duque y darle muerte en la Batalla de Halmyros el 15 de marzo de 1311.

En un corto espacio de tiempo, la Compañía asumió no sólo el control del Ducado de Atenas, sino que extendió sus dominios a la ciudad de Tebas y a Tesalia, convirtiendo esta última en el Ducado de Neopatria, donde se establecieron como señores feudales.


Al tomar posesión de estos ducados en nombre de la Corona de Aragón y negarse a devolverlos a su legítimo heredero, el Papa instó a la Compañía a devolver el territorio, siendo excomulgados al negarse éstos en 1318.
Ambos ducados permanecieron en manos de la Gran Compañía como vasallos de la Corona de Aragón hasta 1388-1390, cuando fueron derrotados por la Compañía Navarra comandada por Pedro de San Superano, Juan de Urtubia y las tropas florentinas de Nerio I Acciaioli de Corinto.

 
Los descendientes de este último controlaron los ducados hasta 1456, cuando fueron conquistados por el Imperio otomano 
y la Gran Compañía había dejado de existir.


                   CAMPESINOS

El campesino remença estaba sometido a la justicia inapelable de su señor, a los “malos usos” y al “ius malectractandi” o derecho a maltratar. 

Los hijos del campesino también quedaban ligados a la tierra; el heredero permanecería en la masía y los otros hijos se repartirían por otras masías. 
El campesino no podía vender sus inmuebles y si moría sin testamento, una tercera parte iba a parar a manos del señor.

La mujer e hijas podían hacer de criadas del señor si éste lo decidía, aunque la humillación más odiada era el derecho de pernada (“ius prima nocte”), por que el señor se podía acostar con la novia en la primera noche de bodas, y que se describe en la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486): "La noche de bodas, que la mujer será echada en la cama y [el señor] pasará por encima de aquella la dicha mujer".


En cualquier caso, el siervo necesitaba el permiso de su señor para casarse (o el permiso al padre para casar a sus hijas), por lo cual debía pagar un tributo que recibía diversos nombres según el país (Merchet en Inglaterra y Gales, Formariage en Francia. Firma de Spoli en Catalunya..)

Entre los campesinos los hubo con más o menos poder económico, lo cual explica la que hubiese una facción más radical (Pere Joan Sala) y otra más conservadora (Francesc de Verntallat) entre los remensas.
Un estudio de Antoni Sanz sobre la Vall d’Aro (actual provincia de Girona) revela que el 50% de los campesinos trabajaban terrenos pequeños de menos de 30 vessanas,(1 vessana = 1/5 hectáreas, es decir, poca tierra), lo que representaba el 11,5% del total de las tierras; el 30% tenían como mínimo 91 vessanas (2,1 Hectáreas, es decir, suficiente tierra).

El caso 40% restante, con algo más de a mitad del total de la tierra, estaba entre esos dos extremos.

Las Cortes de Barcelona de 1283 promulgaron la constitución “En les terres o llocs” que de nuevo identificaba una zona de servidumbre y otra de libertad (las llamadas Catalunya Nova y Catalunya Vella).

Las Cortes de Tortosa de 1430, realizadas bajo el mandato de Alfonso el Magnánimo (1416-1458) declaran que “los campesinos han de continuar viviendo como lo habían hecho siempre y que no tenían derecho a proclamar su libertad” y que habían de continuar pagando los mismos derechos que pagaban antes de la “injusta demanda de libertad”.


Aquí se afirma que “los hombres se distinguen y se diferencian entre ellos por la ley humana que procede de la razón natural. Algunos eran libres y otros eran esclavos. 



Entre los libres, algunos estaban ligados a restricciones como la redención o la adscripción a la tierra.

Las exacciones como los malos usos eran contrarias a la libertad natural, pero habían sido sancionadas por las leyes del reino y estas leyes habían llevado hasta entonces prosperidad y honor a la nación catalana”. 
    
Durante el siglo XIII se puede decir que Catalunya tenía una población elevada, unos 500.000 habitantes, la cifra más alta conseguida en la Edad Media. 

Se cultivaba cualquier terreno y la producción del campo era suficiente.

Barcelona tendría entre 25-35.000, Lleida, Tortosa o Perpiñán no llegaban a los 10.000.

Pero en el siglo XIV estalla la crisis demográfica con la Peste Negra de 1348 y sus rebrotes, que se reprodujeron durante más de un siglo (especialmente graves son los de 1410, 1429, 1439, 1448, 1465-66, 1476, 1483, 1486, 1493-94 y 1497), a lo que hay que añadir la emigración del campo a la ciudad, con lo que la superficie cultivada disminuyó sensiblemente, y con ella los ingresos de los señores feudales.

Ninguna clase social se escapó de la peste: basten como ejemplos que en 1348 murieron casi todos los oficiales reales y los notarios del Rosellón y la Cerdaña, el gobernador de Mallorca y muchos miembros del Consell de Cent barcelonés. 

Una serie de malas cosechas en las primeras décadas del siglo XIV empeoraron la situación.

Antes de la Peste Negra, ya el año 1333 se consideró como ‘el mal año primero’ y las hambres ya se habían cobrado a un 5% de la población antes de 1348.

La Peste Negra acabaría con el 20% de la población.

La población de Catalunya pasó de 100.000 fuegos (‘fogatges’) equivalentes a unos 450.000 habitantes en 1365-1370, a unos 60.000 fuegos equivalentes a 270.000 habitantes a finales del siglo XIV, una baja del 40%.

En Catalunya influyó, aparte de la crisis económica, las guerras civiles (muertos en batalla y emigrados a otras zonas).

La recuperación se inició en el siglo XVI y no se alcanzaron los niveles anteriores a la Peste Negra hasta el siglo XVIII.




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